El crecimiento económico de China es uno de los fenómenos más estudiados e impactantes de la historia contemporánea. En menos de medio siglo, el país pasó de ser una economía cerrada, agrícola y empobrecida, a convertirse en una de las mayores potencias económicas del mundo. Este proceso no ha sido lineal ni exento de dificultades, pero sí ha sido sistemático, sostenido y estratégicamente planificado. Entender cómo China logró este salto colosal en tan poco tiempo es clave para interpretar la economía global actual, así como las tensiones geopolíticas, comerciales y financieras que derivan de su ascenso.
Desde la fundación de la República Popular China en 1949 hasta las reformas de mercado iniciadas por Deng Xiaoping en 1978, pasando por su ingreso a la Organización Mundial del Comercio en 2001, la historia del crecimiento chino está marcada por decisiones económicas profundas y rupturas ideológicas. Esta guía ofrece un recorrido cronológico por las principales etapas de este desarrollo económico, analizando los cambios estructurales, los sectores impulsores, las políticas clave, y también los desafíos que acompañaron este proceso.
A lo largo del camino, China ha transformado su modelo productivo, ha reducido la pobreza de forma masiva, ha invertido en infraestructura como ningún otro país y ha convertido a sus empresas en actores globales. Pero también ha enfrentado críticas sobre derechos laborales, sostenibilidad ambiental y transparencia institucional. Este texto busca explicar de forma clara cómo ocurrió esta transformación histórica y qué lecciones ofrece para el resto del mundo.
Fundación de la República Popular China y modelo comunista inicial (1949-1976)
Tras la victoria del Partido Comunista Chino liderado por Mao Zedong en 1949, se instauró un sistema político centralizado y una economía planificada al estilo soviético. El Estado tomó el control absoluto de los medios de producción, eliminó la propiedad privada y colectivizó la agricultura. Durante los años 50, se aplicaron políticas de industrialización acelerada, siguiendo el modelo del “Gran Salto Adelante” (1958-1961), que pretendía convertir rápidamente a China en una potencia industrial.
Sin embargo, el “Gran Salto Adelante” resultó en un fracaso económico y humanitario: la combinación de malas cosechas, colectivización forzada y planificación ineficiente llevó a una hambruna masiva que causó entre 15 y 45 millones de muertes. Posteriormente, la “Revolución Cultural” (1966-1976) promovió la purga de elementos considerados burgueses dentro del partido y la sociedad, paralizando sectores clave como la educación, la ciencia y la economía.
Durante esta etapa, el crecimiento económico fue bajo e inestable. El aislamiento internacional y la falta de incentivos para la productividad mantuvieron a China en un estado de subdesarrollo crónico. No obstante, se construyeron las bases para una burocracia estatal robusta, un sistema educativo básico extendido y una estructura territorial unificada, elementos que luego serían aprovechados en la etapa de reformas.
Reformas de mercado y apertura económica (1978-1992)
Tras la muerte de Mao en 1976, Deng Xiaoping asumió el liderazgo y propuso un cambio radical de paradigma económico. En 1978, lanzó oficialmente el programa de “Reforma y Apertura”, que marcó el inicio del crecimiento sostenido de China. Aunque el país no abandonó el sistema comunista en lo político, sí adoptó gradualmente mecanismos de mercado en lo económico.
Entre las reformas más significativas se encuentran:
- Descolectivización de la agricultura: los campesinos pudieron operar tierras bajo contratos individuales, lo que incentivó la productividad.
- Creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE): áreas costeras con incentivos fiscales y reglas flexibles para atraer inversión extranjera.
- Legalización de empresas privadas y mixtas: se permitió la competencia, sobre todo en sectores no estratégicos.
- Desarrollo del comercio exterior: China se insertó en el comercio global como exportador de bienes manufacturados.
Durante esta etapa, el PIB creció a tasas promedio del 8% anual. Millones de personas salieron de la pobreza y se inició la migración masiva del campo a las ciudades. Aunque el Estado mantenía el control sobre sectores clave, la economía se diversificó, se formalizó la inversión extranjera y se sentaron las bases del crecimiento industrial. Fue el inicio del “milagro económico chino”.
Consolidación del modelo de crecimiento exportador (1992-2001)
A partir de 1992, bajo el liderazgo de Jiang Zemin y con el respaldo institucional del Partido Comunista, se profundizó el camino hacia la economía de mercado socialista. Se permitió la ampliación del sector privado, se cerraron empresas estatales ineficientes y se reformó el sistema financiero. A la vez, se mantuvo el control político centralizado, sin avances hacia la democracia liberal.
China comenzó a ser considerada una “fábrica mundial”, con millones de trabajadores empleados en sectores manufactureros que producían bienes de bajo costo para exportación. Se mejoraron las infraestructuras portuarias, ferroviarias y energéticas, y se aumentó el gasto público en educación e investigación tecnológica.
En esta etapa se consolidó el superávit comercial, se acumularon reservas de divisas y el crecimiento urbano se aceleró. La inversión extranjera directa aumentó de forma sostenida, atraída por los bajos costos laborales, la estabilidad política y la mejora de las cadenas logísticas. También se fortalecieron las instituciones regulatorias para facilitar negocios internacionales.
El hito más importante de este período fue la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. Este evento marcó su integración formal y profunda en el sistema económico global, y obligó al país a adaptar sus políticas a los estándares internacionales de comercio, propiedad intelectual y competencia.
Expansión acelerada y liderazgo económico global (2001-2012)
Tras su ingreso a la OMC, China experimentó una de las fases de crecimiento más aceleradas de la historia económica moderna. Entre 2001 y 2012, el PIB chino se multiplicó, y el país pasó del sexto al segundo lugar entre las economías más grandes del mundo. Las exportaciones se dispararon, la clase media urbana creció de forma exponencial, y se intensificaron los proyectos de infraestructura.
Durante la crisis financiera global de 2008, mientras muchas economías occidentales entraban en recesión, China implementó un enorme plan de estímulo económico basado en gasto público e inversión estatal en infraestructura, transporte y energía. Esto no solo evitó una recesión local, sino que posicionó al país como motor de crecimiento para economías emergentes que dependían de su demanda de materias primas.
En paralelo, empresas chinas como Huawei, Lenovo, Alibaba o Tencent comenzaron a expandirse globalmente, y se consolidó un ecosistema de innovación tecnológica propio. El modelo “estado-inversor” se fortaleció, con bancos públicos financiando proyectos internos y externos. China también empezó a desarrollar una diplomacia económica más activa, con inversiones en África, Asia y América Latina.
Reequilibrio económico, innovación y desafíos actuales (2012-presente)
Con la llegada de Xi Jinping al poder en 2012, China mantuvo su enfoque de crecimiento, pero introdujo nuevos objetivos: reducir la dependencia de las exportaciones, estimular el consumo interno, fomentar la innovación tecnológica y fortalecer el rol del Partido en todos los niveles.
Se impulsaron planes estratégicos como “Made in China 2025” y la “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, que buscan posicionar al país como líder en tecnología avanzada y conectividad global. También se ha apostado por industrias verdes, inteligencia artificial, robótica, 5G y big data.
Sin embargo, esta etapa ha estado marcada por nuevos desafíos:
- Envejecimiento de la población y menor crecimiento demográfico.
- Endeudamiento creciente de gobiernos locales y empresas estatales.
- Disputas comerciales y tecnológicas con Estados Unidos y Europa.
- Controles más estrictos sobre el sector privado y empresas tecnológicas.
- Impacto económico de la pandemia de COVID-19.
Pese a estas dificultades, China continúa creciendo, aunque a un ritmo más moderado. Hoy representa más del 18% del PIB mundial, es el mayor exportador del planeta y un actor clave en la transición energética y la gobernanza económica global.
Conclusión
La historia del crecimiento económico chino es un ejemplo notable de transformación estructural y planificación estratégica. Desde una economía devastada por guerras y colectivización forzada, China ha logrado convertirse en una potencia industrial, comercial y tecnológica en apenas cuatro décadas. Este crecimiento no ha sido casual ni automático: ha sido el resultado de reformas secuenciales, adaptaciones institucionales y una visión de largo plazo impulsada por el Estado.
Sin embargo, también es una historia de contrastes. La prosperidad ha ido acompañada de desigualdades regionales, tensiones sociales, restricciones políticas y un impacto ambiental considerable. China ha demostrado una capacidad impresionante para adaptarse, pero ahora enfrenta el reto de transitar hacia un modelo más sostenible, inclusivo e innovador, sin perder competitividad ni estabilidad política.
El mundo observa de cerca los próximos pasos de esta superpotencia económica. ¿Podrá mantener su ritmo de crecimiento en un entorno global incierto? ¿Logrará liderar la innovación sin abrir su sistema político? ¿Podrá resolver los dilemas de su modelo híbrido entre control estatal y mercado abierto? La historia del crecimiento económico chino no está cerrada, pero sus capítulos anteriores ya han dejado una huella imborrable en la economía mundial.
Preguntas frecuentes
¿Cuándo comenzó el crecimiento económico sostenido de China?
El crecimiento económico sostenido comenzó con las reformas impulsadas por Deng Xiaoping a partir de 1978, cuando se introdujeron mecanismos de mercado y se abrió la economía al mundo.
¿China es una economía capitalista o socialista?
China se define como una “economía socialista con características chinas”, lo que implica un modelo híbrido: mercado en muchos sectores, pero con fuerte control estatal y centralización política.
¿Qué impacto tuvo la entrada de China a la OMC?
Su entrada en 2001 impulsó el comercio exterior, atrajo inversión extranjera y aceleró el crecimiento. También obligó a China a reformar su sistema legal y comercial para alinearse con estándares internacionales.
¿Cuáles son los sectores clave del crecimiento económico chino?
Los principales sectores han sido la manufactura, la construcción, las exportaciones, las telecomunicaciones, la energía, el transporte y, más recientemente, la tecnología y los servicios digitales.
¿Qué desafíos enfrenta actualmente la economía china?
Enfrenta el envejecimiento poblacional, alto endeudamiento, tensiones geopolíticas, desaceleración del crecimiento y la necesidad de un nuevo modelo más sostenible e innovador.