Cuando los economistas hablan de crisis complejas, uno de los escenarios más temidos que suele surgir es la estanflación. Este fenómeno, que combina inflación alta con estancamiento económico y elevado desempleo, representa una paradoja para la teoría económica tradicional. Normalmente, se espera que cuando una economía se enfría y el desempleo aumenta, la inflación tienda a bajar. Sin embargo, en la estanflación, ambos problemas ocurren al mismo tiempo, lo cual complica el diseño de políticas efectivas para enfrentarlo.
El término “estanflación” fue popularizado en la década de 1970, especialmente durante la crisis del petróleo, cuando muchas economías desarrolladas experimentaron una desaceleración del crecimiento junto con una fuerte alza de precios. Desde entonces, ha sido un fantasma que reaparece en momentos de incertidumbre global, especialmente cuando hay presiones inflacionarias que no provienen del exceso de demanda, sino de choques externos o estructurales.
En esta guía analizaremos en detalle qué es la estanflación, cuáles son sus causas, qué efectos genera en la economía real, por qué es tan difícil de combatir y qué implicancias tiene para los ciudadanos, los gobiernos y los bancos centrales. Entender este fenómeno es clave para interpretar los dilemas que enfrentan los responsables de la política económica en tiempos turbulentos.
Definición de estanflación
La estanflación es una situación económica en la que coinciden tres condiciones adversas:
- Inflación elevada: aumento sostenido de los precios de bienes y servicios.
- Crecimiento económico estancado o negativo: caída del PIB o crecimiento muy bajo.
- Desempleo alto: deterioro del mercado laboral y pérdida de empleos.
Esta combinación genera un entorno muy desfavorable, ya que los instrumentos de política económica tradicionales suelen estar orientados a resolver uno de estos problemas a la vez, pero no los tres simultáneamente. Por ejemplo, si se suben las tasas de interés para controlar la inflación, se agrava el estancamiento; si se bajan para reactivar la economía, se corre el riesgo de que la inflación aumente aún más.
Por eso, la estanflación es considerada un “trilema” económico: cualquier solución que busque atacar uno de los problemas puede empeorar los otros dos.
Origen del término y antecedentes históricos
La palabra “estanflación” proviene del inglés stagflation, una combinación de “stagnation” (estancamiento) e “inflation” (inflación). Fue utilizada por primera vez en 1965 por el parlamentario británico Iain Macleod, pero se popularizó a nivel global en los años 70.
El caso más emblemático ocurrió entre 1973 y 1975, cuando los países de la OPEP aplicaron un embargo petrolero que hizo disparar los precios del crudo. Esto provocó un shock de oferta a nivel mundial: los costos de producción aumentaron, los precios subieron y el crecimiento económico se desplomó. El desempleo creció, pero la inflación también, lo cual desconcertó a los responsables de política monetaria que no estaban preparados para este tipo de crisis.
Desde entonces, otros episodios menores de estanflación han sido registrados, pero ninguno con la magnitud de los años 70. Sin embargo, el fantasma de la estanflación ha vuelto a aparecer en los últimos años, especialmente tras la pandemia del COVID-19, los cuellos de botella en las cadenas de suministro, la guerra en Ucrania y el aumento generalizado de precios energéticos y alimentarios.
Causas de la estanflación
A diferencia de otras crisis económicas que se originan en la demanda (por ejemplo, una burbuja crediticia), la estanflación suele estar provocada por choques de oferta. Estos son eventos que afectan la capacidad de producción de la economía sin estar relacionados directamente con el consumo o la inversión.
Algunas de las principales causas identificadas son:
- Aumento abrupto del precio de materias primas: como el petróleo, el gas o los alimentos.
- Disrupciones en las cadenas de suministro: escasez de componentes o problemas logísticos.
- Políticas fiscales o monetarias ineficientes: gasto excesivo o impresión de dinero sin respaldo.
- Factores estructurales: baja productividad, rigideces del mercado laboral, o excesiva dependencia de importaciones.
- Factores externos: guerras, pandemias o conflictos geopolíticos.
Lo característico de la estanflación es que la inflación no se debe a un exceso de demanda, sino a una reducción de la oferta agregada. Esto dificulta mucho su control.
Consecuencias económicas y sociales
La estanflación genera efectos devastadores, tanto para la economía en general como para la vida cotidiana de las personas. Entre sus consecuencias más importantes se encuentran:
- Pérdida de poder adquisitivo: los salarios no suben al ritmo de los precios, lo que afecta principalmente a los sectores de menores ingresos.
- Desempleo crónico: las empresas reducen su producción, y con ello sus plantillas, ante la caída de la actividad económica.
- Inestabilidad financiera: los mercados reaccionan negativamente ante un entorno incierto, lo que puede provocar salidas de capitales y devaluaciones.
- Déficit fiscal: los gobiernos enfrentan una menor recaudación, al tiempo que aumentan las demandas sociales por subsidios o ayuda estatal.
- Clima político y social tenso: la frustración ciudadana puede traducirse en protestas, descontento generalizado y crisis de gobernabilidad.
La combinación de inflación, desempleo y recesión es letal para cualquier economía. Por eso, la estanflación es vista como uno de los peores escenarios posibles para un país.
¿Cómo enfrentan los gobiernos y bancos centrales la estanflación?
El mayor problema que plantea la estanflación es que no hay una solución sencilla. Las herramientas clásicas de política económica actúan en sentidos opuestos:
- Subir tasas para frenar la inflación: puede empeorar la recesión y aumentar el desempleo.
- Estimular la economía con tasas bajas o gasto público: puede avivar aún más la inflación.
Por eso, los bancos centrales deben actuar con cautela, priorizando el control de la inflación sin asfixiar por completo la actividad económica. Algunas estrategias posibles incluyen:
- Comunicación clara para anclar expectativas de inflación.
- Subidas moderadas y progresivas de tasas de interés.
- Coordinación entre políticas monetarias y fiscales.
- Estímulo a la oferta (por ejemplo, subsidios a sectores estratégicos o inversión en infraestructura).
También es clave mantener la confianza en las instituciones económicas. Si la ciudadanía y los mercados perciben que el banco central no tiene control sobre la inflación, el problema puede agravarse aún más.
¿Estamos hoy ante un escenario de estanflación?
Durante los últimos años, varios economistas y analistas financieros han advertido sobre riesgos de estanflación a nivel global. La combinación de factores como:
- Inflación persistente post-pandemia.
- Desaceleración del crecimiento mundial.
- Guerras y tensiones geopolíticas.
- Aumento de tasas de interés para controlar los precios.
ha generado un entorno muy similar al de la estanflación clásica. Sin embargo, no todos los países lo viven con la misma intensidad. En algunos casos, la inflación está desacelerándose gracias a las políticas monetarias. En otros, el desempleo aún no ha aumentado significativamente, lo que hace pensar que no se ha llegado a un escenario de estanflación completa, sino a una fase de riesgo elevado.
Sea como sea, el fantasma de la estanflación sigue presente, y representa uno de los desafíos más complejos para la política económica actual.
Conclusión
La estanflación es uno de los fenómenos más preocupantes de la macroeconomía moderna. Su dificultad radica en que combina problemas que requieren respuestas opuestas, lo que deja a los responsables de la política económica en una especie de callejón sin salida. A diferencia de una recesión típica o de un brote inflacionario aislado, la estanflación es un “monstruo de tres cabezas” que afecta simultáneamente los precios, el empleo y el crecimiento.
Frente a este escenario, es fundamental que los gobiernos y bancos centrales actúen con prudencia, coordinación y transparencia. Más allá de las medidas técnicas, la gestión de las expectativas —tanto de consumidores como de inversores— puede marcar la diferencia entre una crisis controlada y un espiral difícil de revertir.
Para los ciudadanos, estar informados y comprender cómo funciona este fenómeno es clave para tomar decisiones financieras acertadas, proteger el poder adquisitivo y exigir políticas públicas responsables. Aunque la estanflación no es frecuente, su impacto es tan profundo que cualquier señal de su aparición debe ser tomada con la máxima seriedad.
Preguntas frecuentes
¿Cuál es la diferencia entre inflación y estanflación?
La inflación es el aumento generalizado de precios. La estanflación combina inflación con estancamiento económico y alto desempleo.
¿Qué provoca la estanflación?
Generalmente surge por shocks de oferta, como subidas del precio del petróleo, crisis de suministros o políticas económicas inadecuadas.
¿Se puede prevenir la estanflación?
Es difícil prevenirla totalmente, pero una política económica prudente, diversificación productiva y reservas estratégicas pueden reducir su impacto.
¿Cuánto puede durar una etapa de estanflación?
No tiene una duración estándar. Puede extenderse por años si no se aplican medidas efectivas, como ocurrió en la década de 1970.