Historia del keynesianismo y su impacto en la política económica contemporánea

El keynesianismo es una de las escuelas de pensamiento económico más influyentes del siglo XX. Su origen está ligado al nombre de John Maynard Keynes, un economista británico que propuso una forma radicalmente distinta de abordar las crisis económicas. A partir de la Gran Depresión de 1929, Keynes desafió las ideas clásicas predominantes que sostenían que los mercados se autorregulan y que el desempleo se ajusta naturalmente. En su lugar, sugirió que el Estado debía intervenir activamente en la economía para estabilizar el ciclo económico y garantizar el pleno empleo.

Este enfoque marcó un antes y un después en la teoría y práctica económica. A lo largo del siglo XX, el keynesianismo sirvió como base para múltiples políticas públicas, desde programas de empleo hasta inversión estatal en infraestructura. En esta guía vamos a recorrer el nacimiento del keynesianismo, su evolución histórica, su auge tras la Segunda Guerra Mundial, su crisis en los años 70 y su posterior resurgimiento en el siglo XXI frente a nuevas crisis como la financiera de 2008 o la pandemia de 2020.

Entender la historia del keynesianismo no solo es relevante desde una perspectiva académica, sino también práctica: muchas decisiones gubernamentales actuales tienen raíces profundas en esta corriente de pensamiento. Además, ofrece herramientas para analizar fenómenos como la inflación, el desempleo o el gasto público desde una óptica distinta a la de las escuelas liberales o monetaristas.

El contexto histórico que dio origen al keynesianismo

Durante gran parte del siglo XIX y principios del siglo XX, la economía estaba dominada por las ideas del liberalismo clásico. Estas sostenían que los mercados, si se dejaban operar libremente, alcanzarían por sí solos el equilibrio. El papel del Estado debía ser mínimo, limitado a proteger la propiedad privada y garantizar contratos. Se creía que el desempleo era transitorio y que los salarios se ajustaban para restablecer el equilibrio laboral.

Sin embargo, la crisis económica de 1929, conocida como la Gran Depresión, desafió frontalmente estos postulados. El colapso de la bolsa en Wall Street llevó a una caída en cadena de la producción, el empleo y la confianza en los mercados. El desempleo masivo, la pobreza extrema y la inestabilidad social pusieron en duda que el mercado fuera capaz de autorregularse. En este contexto surgió la figura de John Maynard Keynes, quien publicó en 1936 su obra más influyente: La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero.

Allí, Keynes propuso un cambio radical de paradigma: la economía no siempre tiende al equilibrio; el desempleo puede persistir en el tiempo si no hay suficiente demanda agregada; y el Estado tiene un rol clave para estimular el consumo y la inversión mediante políticas fiscales expansivas.

Principios fundamentales del keynesianismo

El pensamiento keynesiano se basa en varios principios clave que redefinieron la manera de entender la economía moderna:

  • Demanda agregada: Es el motor principal de la actividad económica. Si la demanda cae, las empresas reducen su producción, lo que lleva al desempleo.
  • Intervención del Estado: El gobierno debe intervenir para compensar la caída de la demanda privada, mediante gasto público e inversión.
  • Política fiscal como herramienta: Aumentar el gasto público o reducir impuestos en momentos de recesión ayuda a reactivar la economía.
  • Multiplicador keynesiano: Cada unidad de gasto público genera un efecto mayor en la producción total, debido al consumo inducido.
  • Desempleo involuntario: Puede existir incluso en ausencia de regulaciones laborales, simplemente por falta de demanda efectiva.

Estos principios pusieron al Estado como actor activo en la economía, en contraposición con la visión pasiva de las escuelas clásicas y neoclásicas. El keynesianismo se convirtió así en la teoría de referencia para enfrentar crisis económicas, especialmente en contextos de recesión.

El keynesianismo tras la Segunda Guerra Mundial

Después de la Segunda Guerra Mundial, el pensamiento keynesiano se institucionalizó en la mayoría de los países desarrollados. El consenso general era que los gobiernos debían utilizar políticas fiscales y monetarias activas para garantizar el pleno empleo y evitar nuevas crisis. Esta etapa, conocida como los “treinta gloriosos” (1945-1975), estuvo marcada por crecimiento económico sostenido, aumento del gasto público en infraestructura, salud, educación y programas sociales.

Los gobiernos construyeron sistemas de seguridad social, promovieron la inversión pública y regularon sectores estratégicos de la economía. Se creó una red de instituciones financieras internacionales —como el FMI y el Banco Mundial— con inspiración keynesiana, orientadas a promover la estabilidad y el desarrollo económico.

Además, surgió el Estado de bienestar como modelo económico dominante en Europa occidental. En Estados Unidos, el “New Deal” de Franklin D. Roosevelt y las políticas fiscales expansivas del período posguerra también fueron expresiones del enfoque keynesiano en acción.

La crisis del keynesianismo en los años 70

El consenso keynesiano comenzó a fracturarse en la década de 1970, especialmente a raíz de un fenómeno económico inesperado: la estanflación. Se trata de una situación con estancamiento económico y alta inflación al mismo tiempo. Según la teoría keynesiana, esto no debía suceder: la inflación era vista como resultado del exceso de demanda, no de escasez o choques de oferta.

La crisis del petróleo de 1973 provocó un fuerte aumento en los precios de la energía, lo que desencadenó inflación global. Al mismo tiempo, la actividad económica se estancó y el desempleo aumentó. Los instrumentos keynesianos no parecían efectivos para combatir simultáneamente ambos problemas. Esto dio lugar a un resurgimiento del pensamiento monetarista, liderado por Milton Friedman, que culpaba al exceso de emisión monetaria como causa principal de la inflación.

Durante los años 80, muchos países —especialmente en el mundo anglosajón— adoptaron políticas económicas más liberales, centradas en la desregulación, la privatización y la reducción del gasto público. Fue el auge del neoliberalismo, que desplazó en parte al keynesianismo del centro del debate económico. Sin embargo, sus principios no desaparecieron, sino que quedaron latentes, listos para resurgir en momentos de crisis.

El retorno del keynesianismo en el siglo XXI

A pesar de su debilitamiento en los años 80 y 90, el keynesianismo volvió al centro de la escena en el siglo XXI, especialmente tras la crisis financiera global de 2008. Los rescates bancarios, los planes de estímulo fiscal y las bajas tasas de interés implementadas por los gobiernos para evitar el colapso económico fueron medidas claramente inspiradas en el enfoque keynesiano.

Economistas contemporáneos como Paul Krugman, Joseph Stiglitz o Mariana Mazzucato han reivindicado el rol activo del Estado como motor de innovación, inversión y estabilización económica. Asimismo, el crecimiento de la desigualdad, el desempleo juvenil y las crisis sanitarias han renovado el interés en políticas públicas expansivas, regulaciones estatales y mecanismos de redistribución.

Durante la pandemia de COVID-19, los gobiernos volvieron a aplicar recetas keynesianas: transferencias directas, subsidios, apoyo a empresas, inversión pública y estímulo monetario coordinado. Todo ello con el objetivo de sostener la economía frente al cierre de actividades. Esto demostró, una vez más, que el keynesianismo sigue siendo una caja de herramientas útil ante situaciones extremas.

Conclusión

La historia del keynesianismo es una historia de rupturas, adaptaciones y permanencia. Surgido como una respuesta a la Gran Depresión, redefinió las bases de la política económica del siglo XX. Su énfasis en la demanda agregada, la intervención del Estado y la lucha contra el desempleo le otorgaron un papel clave en la recuperación posguerra y en la consolidación del Estado de bienestar en numerosas economías.

Aunque atravesó una crisis de legitimidad en los años 70 con la estanflación, sus principios nunca desaparecieron del todo. El neoliberalismo no logró reemplazar completamente la necesidad de un Estado activo, y las crisis recientes han vuelto a posicionar al keynesianismo como una herramienta de referencia. En este sentido, su legado está lejos de haber terminado.

Hoy, frente a desafíos globales como el cambio climático, las transformaciones tecnológicas y las nuevas formas de desigualdad, el keynesianismo ofrece marcos útiles para pensar en soluciones estructurales. Más allá de los debates ideológicos, su principal aporte sigue siendo su capacidad para poner al ser humano —y no solo al mercado— en el centro del análisis económico.

 

 

 

Preguntas frecuentes

¿Quién fue John Maynard Keynes?

Fue un economista británico del siglo XX que revolucionó el pensamiento económico al proponer que el Estado debía intervenir activamente para mantener el empleo y la estabilidad económica.

¿Qué es el keynesianismo?

Es una corriente económica basada en las ideas de Keynes que sostiene que la demanda agregada impulsa la economía y que el Estado debe intervenir para evitar recesiones y desempleo.

¿Qué es el multiplicador keynesiano?

Es el efecto amplificado que tiene el gasto público sobre la producción total de una economía. Un aumento en el gasto puede generar un crecimiento mayor que el gasto inicial.

¿Por qué fracasó el keynesianismo en los años 70?

Porque no pudo explicar ni resolver el fenómeno de la estanflación, una situación de inflación y desempleo simultáneo que surgió tras la crisis del petróleo.

¿Se sigue aplicando el keynesianismo hoy?

Sí, especialmente en contextos de crisis. Las políticas de estímulo fiscal aplicadas tras la crisis de 2008 y durante la pandemia de COVID-19 se inspiran en su enfoque.

Author Tomás Aguirre

Tomás Aguirre

Tomás Aguirre es un escritor financiero chileno, dedicado a la divulgación económica a través de artículos educativos sobre trading, inversiones y finanzas personales. Con un enfoque claro y didáctico, busca acercar el mundo de los mercados a lectores de habla hispana, brindándoles las herramientas necesarias para mejorar su conocimiento financiero y tomar decisiones más conscientes.